Inauguramos hoy una nueva sección dentro del blog. La vida de la misma dependerá de las
ganas que tenga el personal de aportar otros puntos de vista a los
temas que normalmente se tocan en este lugar. Tras un buen chorro de
artículos y palabras nacidos siempre de una misma pluma, llegó el
momento de abrir espacios. Otras miradas, otras ideas, otras palabras,
brotando siempre desde el respeto, serán bien recibidas.
Paperblog
jueves, 29 de mayo de 2014
FIRMAS INVITADAS. Hoy: Rafael Sánchez
Otra mirada sobre PODEMOS
Debo
reconocer ante todos un terrible pecado: yo no he votado a Pablo
Iglesias (miradas desconfiadas se ciernen a mi alrededor) y es más, no
me termina de caer bien el chico (perdón, ahora debo esquivar alguna que
otra colleja). Pero si alguien tiene paciencia voy a hacer lo posible
por explicar lo que me ha llevado a escribir esto.
He
hecho el esfuerzo de leerme el programa electoral de la Plataforma
Podemos y debo reconocer que me ha gustado. Incluso me ha parecido muy
consecuente y es más, podría decir que estoy bastante de acuerdo con lo
que dice. Pero que nadie se haga ilusiones, si cualquiera de los
lectores se toma el esfuerzo de leer (valga la rebuznancia)
el programa electoral de cualquier partido, verá poco menos que un
paraíso en las lindes del futuro. El problema es que si no recuerdo mal,
en cierto programa electoral se hablaba de que España iba a salir de la
OTAN y en otro posterior que no se iban a subir los impuestos (como
tengo muy mala memoria sólo me acuerdo de esos, debe ser cosa de
supervivencia).
En
fin, que como todo en esta vida (bueno, todo no, que haya ganado el PP
las Elecciones Europeas seguido de cerca por el PSOE debería entrar en
las páginas del DSM… vamos, el vademécum de los psiquiatras) tiene su
parte positiva y su parte negativa. Por lo menos para mí, que soy el que
estoy escribiendo.
La parte positiva es básicamente el “hastaloscojonismo”
que tiene el personal. Que una formación que entra en último momento
se haga con los cinco escaños con los que se ha hecho no deja de ser un
logro. Cierto es que sus raíces se hunden en el 15-M que no nació junto
con la propia plataforma, pero aún así es un tiempo récord.
También
se podría aducir (y de hecho se hace) que Pablo Iglesias tenía casi
todos los días un tiempo en la tele (concretamente en Cuatro) para hacer
propaganda gratis. No deja de ser verdad, pero no es menos cierto (uy, parezco abogado) que los medios de comunicación no son precisamente independientes, y como ejemplo podríamos poner Telemadrid. Más proselitismo político que se hace en esa cadena (a la que podríamos añadir 13 TV, Intereconomía
o alguna otra que mi cerebro se niega a recordar) es complicado hacer y
sin embargo van y pierden votos. La vida es así de injusta.
La
susodicha plataforma es tachada de populista. No niego que se me ha
pasado por la cabeza eso (otra colleja me acaba de caer), pero ¿no es
populismo lo que dije antes de la OTAN
y del IVA? ¿no es populismo lo de que no pagaríamos los rescates
bancarios? ¿no es populismo lo de que la Justicia es igual para todos?
Eso le pasa por tener los ojos tapados en lugar de mirar bien. Si lo de
Podemos es populismo es indudable que queda al menos, más bonito y mejor
hilado.
También
se tacha a Iglesias de que si bien sus ideas pueden ser buenas, muchos
han tenido buenas ideas y luego han caído en ese caldo espeso de los
intereses, las posibilidades internacionales y las consecuencias y se
han echado atrás. Podría ser. Es más, creo que posiblemente lo sea, pero
aún no lo ha hecho. Ha firmado y hecho firmar un contrato mediante el
cual no cobran más de cierto dinero como Eurodiputados, no pueden estar
luego en altos cargos tipo ENDESA y similares y viajarán en turista. No
sé si lo harán, pero hasta ahora ningún otro grupo o partido se había
atrevido a hacer eso. No se puede negar que es un soplo de aire fresco
ante una población ahogada.
Ah,
se me olvidaba… Pablo Iglesias (al que le viene muy bien el nombre,
pero eso ha sido azar del destino) es licenciado en Ciencias Políticas y
sabe inglés e italiano. Puede parecer algo superfluo, pero pensemos en
qué sucedería si en lugar de un mecánico nuestro coche lo arreglara un zapatero, o –chiste fácil– si un Zapatero gobernara un país –ahora escucho risillas malévolas–.
Y con respecto a los idiomas… si escuchar a Rajoy hablar en español es
una prueba de esfuerzo, escucharle en inglés debe ser… bueno, imposible,
porque no sabe.
Y ahora los contras…
Amén
de los intereses creados y sin crear con los que se va a dar de bruces y
que le van a poner palos como postes telefónicos en las ruedas de sus
mejores intenciones, Pablo Iglesias ha puesto en varias ocasiones como
ejemplo a gobiernos y formas de gobernar como el venezolano y el cubano.
Lo siento, es cuestión de principios. Dictaduras no. Me
da igual el color que tengan. Nunca se debería poner como ejemplo una
dictadura (por muy acorde a ciertos puntos que le pueda parecer a
alguien) como estandarte en una bandera bañada de democracia. Una cosa
es que un dictador pueda llegar a cometer un terrible fallo y hacer algo
bien (lo del reloj parado que da la hora correcta dos veces al día),
pero eso no excusa poner su gobierno como ejemplo.
Y
otro de los grandes (para mí el peor) fallos que he visto en Pablo
Iglesias es que, muy a mi pesar, porque ya me hubiera gustado que no
fuera así, se zafa de preguntas comprometidas y comienza a actuar como
el resto de los políticos. Pongo el ejemplo más reciente (y he visto más
porque alguna que otra vez le he visto en la tele). Esta misma mañana
(estamos a 27 de mayo) un alumno de su clase de la universidad –Guillermo, si mal no recuerdo– le preguntaba que cómo iba a hacer para quitar las vallas que impiden la entrada a los inmigrantes marroquíes.
La respuesta fue que él estaba en contra de ellas, que había mucha
gente que se marchaba de España y que ese era el gran problema, que
aquello era inhumano y que ninguna persona merecía ser tratada con
vallas de cuchillas ni pelotas de goma en casos así. Totalmente de
acuerdo, pero varias horas después sigo esperando la respuesta… ¿cómo va
a hacer para quitar las vallas? En mi pueblo a eso se le llama salirse
por peteneras o irse por los cerros de Úbeda. Como en alguna otra
ocasión (a los archivos de Cuatro me remito) respondió algo que no le
estaban preguntando. Y lo siento, pero de eso estoy muy escarmentado.
Podría haber dicho
que dependía de la legalidad, de con quién estuviera tratando, del
entramado de las rejas o de los guantes que tuvieran los obreros al
quitarlas pero esa salida por la tangente, sinceramente, no me gustó.
En fin, independientemente de todo esto,
creo que el gran logro de Podemos es precisamente que ha hecho ver que
se pueden hacer cosas que parecían imposibles (lo de los cinco escaños
por ejemplo), que el bipartidismo o tripartidismo
se puede romper, que existe una ilusión todavía viva y sobre todo, lo
más llamativo es que casi todas las fuerzas políticas con cierto poder
le atacan. ¿Temen 16 escaños a 5 escaños? ¿Por qué? ¿Acaso sienten que
los de menos escaños tienen en cierta manera más fuerza que los de más?
Algo se mueve. Quizá no sea de la mejor manera, pero se mueve. Y se mueve de manera diferente.
Y
a lo mejor ha acertado al elegir el nombre de su plataforma, porque a
pesar de los acuerdos o los desacuerdos que albergue con Pablo Iglesias,
estoy convencido de que podemos. Y mucho más de lo que creemos… y más
nos vale.
miércoles, 28 de mayo de 2014
¿Podemos?
Qué difícil se me hace a veces comprender al ser humano. Los
mismos que acusaban al movimiento 15-M de no adaptarse a las reglas
democráticas y exigían su comparecencia ante las urnas para cobrar legitimidad,
ahora, tras la sorpresiva irrupción de PODEMOS (grupo político nacido a la
estela del movimiento ciudadano del 15 de Mayo) en la escena política,
intentan tildarlos de aspirantes a golpistas.
No quiero ser un mal pensado (bueno, en realidad esto es una
forma de hablar) pero voy a empezar a creer que hay por aquí y por allá una
nutrida manada de chupasangres a los que solo les preocupa no perder su
privilegiada e injusta posición (y no hablo solo de políticos).
Los perritos pequeños, sabedores de su inferioridad física,
acostumbran a ladrar a las primeras de cambio ante cualquier atisbo de amenaza,
o hecho que ellos interpreten como amenaza. Hasta ahora esta actitud era propia
de determinadas especies animales, los canes entre ellas, pero verlo en los
humanos de esta forma tan masiva y exagerada es algo llamativo, y probablemente
necesario.
Están asustados, se les nota en sus expresiones. Las caras
de Cañete, Valenciano, Intereconomistas varios, presentadores de BasuMadrid
(antes conocida como Telemadrid) y otros custodios del actual sistema en fase
de putrefacción, eran un auténtico poema la noche de los resultados electorales
europeos. Y no están asustados por lo
que ha sucedido, si no por lo que temen que pueda suceder.
Seamos serios. En realidad no ha ocurrido prácticamente nada.
PODEMOS no es el maná y Pablo Iglesias no es el Mesías. Las cosas no se
arreglan así, con la llegada de un nuevo grupo o una nueva cara. Y sería
estúpido por parte de la ciudadanía pensar que ya hemos dado con la clave para
cambiar las cosas. Es más, estoy convencido de que los integrantes de este
grupo político no piensan ni quieren convertirse en los solucionadores de la
actual situación, aunque por supuesto, sí quieren trabajar y formar parte del
cambio. Es muy distinto creer que uno es la solución a desear formar parte de
la misma. Muy distinto, es precisamente lo que diferencia a PODEMOS de la
formación que dirige la indeseable de Le pen en Francia.
Cosa distinta es ilusionarse y ver en estos resultados el
reflejo del comienzo de un cambio. Algo ha comenzado, algo, pero aún no sabemos
lo que es. Y que la cosa se dirija hacia un nuevo mapa de entendimiento,
respeto, justicia y solidaridad o bien hacia el tú contra mí, es un trabajo que
tenemos que realizar entre todos.
A pesar de los enormes defectos de un sistema como el
democrático, este es, por el momento, el modo más justo de convivencia en todo
estado que quiera definirse como desarrollado.
Y para que este funcione es necesaria la colaboración de una mayoría de
sus ciudadanos. Colaborar no significa
ir a votar cada dos, tres o cuatro años y volver a casa a la espera de los
resultados mientras musitas aquello de “qué Dios nos coja confesados”. Esto es solo una parte, importante, de la
democracia. Pero el resto no es menos importante.
Una democracia sana es aquella en la que sus ciudadanos
viven y conviven en base a unas normas por las que la gran mayoría están
dispuestos a trabajar y a defender. Y esto, actualmente, no se está dando en
nuestro país.
Hay un millón de formas distintas de colaborar con la
sociedad y con su sistema. Defender la Sanidad pública con tu apoyo directo o
indirecto, con reivindicaciones pacíficas, con reclamaciones institucionales,
con comprensión hacia aquellos que trabajan en condiciones difíciles por los
recortes aplicados… etc. Todo eso es trabajar por la democracia.
Defender la escuela pública de igual manera, reivindicar una
justicia no politizada, participar en protestas pacíficas, ayudar a tu vecino, entender
que tienes que pagar impuestos de forma justa y proporcionada… todo eso es
también participar en la sociedad.
Pero hay más. Exigir el respeto ajeno y el propio es un
eslabón sin el cual no hay posibilidad de cambio. Me explico, esto es aplicable
a cualquier área, sea o no laboral, pero para entendernos voy a centrarme en
este ejemplo.
La información al ciudadano es una de las claves para el
mantenimiento de un estado democrático. Y es labor y deber de aquellos que
trabajan en este ámbito la defensa de su profesión. Pues bien, el abandono profesional que sufre actualmente
la mayor parte de la prensa, radio y televisión española es sin duda el
producto de los tejemanejes políticos, pero la responsabilidad de su estado
ético corresponde única y exclusivamente a todos aquellos que trabajan en los
medios. Si un representante político
convoca una rueda de prensa sin preguntas, está en su derecho, pero un
periodista está en su deber de rechazarla. Si un redactor confecciona una noticia
bajo la tutela del politicucho de turno, deja de ser periodista para
convertirse en propagandista.
Ya lo sé, ya lo sé. Lo primero es llenar el estomago y
después viene la dignidad. No acuso a quien claudica por razones de
supervivencia. Pero seamos conscientes de lo que estamos haciendo. Y no
exijamos a los demás lo que no nosotros no estamos dispuestos a hacer. Si queremos un país sin corrupción habrá que
comenzar por nosotros mismos. Es cierto que el sistema está corrompido. Tan
cierto como que nosotros somos el sistema.
¿Puedo cambiar? Yo
creo que sí. ¿Podemos cambiar?, no lo sé. Le devuelvo la pelota ¿PODEMOS?
lunes, 19 de mayo de 2014
Proyecciones
El pasado Domingo, tras la épica victoria del Atlético de
Madrid, un señor caminaba enfundado en la camiseta colchonera por la acera contraria
a la que yo utilizaba en esos momentos para pasear a mi perrita (o para
pasearme ella a mí, ya que con el tiempo, y cuanto más nos conocemos, más
confusa se me hace la asignación de roles entre mi can y yo).
Además de la citada camiseta, lucia unos vaqueros añejos, una
barriga desproporcionada, una naciente barba, de esas que chivan que no es que el
señor quiera emular moda alguna, sino que simplemente ese día el afeitado ha
ejercido su derecho de pereza, y un frondoso y mal peinado bigote. De los
labios colgaba un cigarro triste, sostenido a media asta, que parecía humear
más por inercia que por la acción de unos pulmones probablemente cansados.
Los andares arrastrados y la mirada fatigosa coronaban la imagen de un
tipo que representaba a la perfección la antítesis de los valores que han hecho
grande al equipo que se viste con la misma camisola que la suya.
Sin embargo, estoy convencido de ello, este hombre sintió como
suyo el esfuerzo, el sacrificio y el trabajo duro que han ejecutado durante
todo el año los integrantes del equipo del Manzanares.
Es curioso el ser
humano. Siempre ha ocurrido, no lo niego, pero quizás estemos asistiendo al
cenit de una actitud contradictoria y alarmante. Aquella que traslada sus valores
y deseos al exterior mediante la mente y se ve incapaz de aplicar sobre sí
mismo aquello que valora. ¿Por qué la
misma persona que siente felicidad al ver como un grupo de personas consigue
algo gracias al esfuerzo ha decidido entregar parte de su vida a la desidia?
Su imagen lo delataba. A este hombre del que les hablo hace
tiempo que el espejo no le piropea. Es
posible que se sienta feo, gordo, acabado físicamente, o quizás simplemente
entiende que ahora, tras la huida de la juventud, toca vivir la decadencia. Y
se equivoca. El tiempo pasa, las grasas son más difíciles de controlar, el pelo
se vuelve suicida y el muy cabrón se empeña en lanzarse al vacío sabiendo que
no habrá reemplazo (salvo en casos “milagrosos” como el de Pepe Bono) y la
fatiga puede visitarnos con más frecuencia de lo que lo hacía antaño. Pero todo
eso no es suficiente para derrotarnos, no debería serlo.
Sin embargo, aunque cueste admitirlo, como sociedad hemos
aprendido que llegados a una edad es mejor bajar los brazos en nuestra vida
real y sobrevivir de las proyecciones. Es una lección tan dura de admitir como
innecesaria de aprender. No tiene sentido volcar nuestras esperanzas en otros
cuando nosotros mismos tenemos capacidad para hacernos felices hasta el último
día de nuestras vidas.
Dejar que sean otros los que decidan el ánimo de nuestros
corazones es altamente peligroso por dos motivos. El primero, porque en el peor
de los casos nos sentiremos infelices por creer que no hemos conseguido algo
que en realidad NOSOTROS no íbamos a conseguir. Y por otro, porque aún consiguiéndolo,
eso no es más que una ficción, una proyección del ego que nos engaña haciéndonos
participes de algo con lo que en realidad poco tenemos que ver.
Esto no quiere decir que tengas que abandonar la pasión por
el equipo de de tus amores, por ejemplo, sino que debes ser consciente de que
te estás divirtiendo con una ficción. No es tan difícil de admitir. Para un
cinéfilo es sencillo dejarse llevar por el placer inexplicable de una obra
maestra durante un par de horas y luego ser capaz de volver al mundo real consciente
de que ha vivido una ficción maravillosa, pero ficción.
Esto es también aplicable al resto de proyecciones. Al
deporte, a la política, a los nacionalismos, a las razas, al género, a la
profesión…etc. Es importante recobrar el
sentido de la realidad para reencontrarse con uno mismo y poder descubrir que
le han engañado. Que uno es mejor de lo dicen, mejor de lo que piensan y sobre
todo, mejor de lo que uno mismo pensaba.
¿Así de sencillo? No
se preocupe, no se lo pondrán fácil. La sociedad camina en dirección opuesta y
le seguirán bombardeando con miles de proyecciones que, para más inri, tendrán
la desvergüenza de llamar valores. Pero los valores son otra cosa, algo que
solo le atañe a usted en su relación con el medio y con los demás, y no al
revés, como ocurre en el caso de las proyecciones. Si se fija bien, podrá comprobar
como estas siempre van de fuera hacia dentro.
Entiendo que si nunca se lo ha planteado esto le costará
entenderlo, pero si es capaz de tomar distancia y analizarlo sufrirá un extraño
“padecimiento”: se sentirá menos español, menos catalán, menos negro, menos
mujer, menos sevillista, menos comunista, menos capitalista, menos taxista,
menos ingeniero, menos deportista, menos católico, menos musulmán… etc.
Los matemáticos ya lo saben. Hay veces que menos, menos y menos se acaba convirtiendo en
más.
miércoles, 7 de mayo de 2014
Regalos de Oriente
No siempre he sido tan fino, inteligente y elegante como
ahora (si esto fuese un audio ahora sonarían las risas). De hecho, cuando era
pequeño disfrutaba mucho con las comedias y espectáculos de sal gorda. No se
pueden ustedes ni imaginar lo graciosos que me parecían los chistes de
mariquitas.
Pero el tiempo pasa, y lo que ahora puede parecernos
inaceptable, quizás era aceptado, o incluso apreciado, en tiempos ya caducos. Conviene no olvidarlo. No
por el hecho de recordar aquello a modo de error que no has de volver a cometer
(algo estúpido por otra parte, porque errores vas a seguir cometiendo) si no
para ser capaces de entender que aquellos que ahora tropiezan en el mismo punto
donde tú tropezaste quizás necesitan tiempo para cambiar, al igual que lo
tuviste tú.
Se llama evolución y
forma parte del orden natural de las cosas.
No todo el mundo evoluciona igual,
es obvio. El grado de evolución depende de factores internos y externos. No es lo mismo nacer siendo hijo de un sabio,
que hacerlo dentro de una familia problemática y con carencias afectivas. Pero el factor principal es interno. Es la
voluntad y el trabajo de uno mismo el que te hace avanzar y superar los obstáculos
que la vida, la sociedad o tu inexperiencia te ponen frente a las narices.
Nadie nace sabiendo, pero todos tenemos la oportunidad de saber… un poco.
Esta misma óptica individual
es aplicable a un plano general, a las sociedades.
La memoria flaca es nota
dominante en los países más desarrollados. Pronto nos olvidamos de lo que aquí
era normal hace tres días y nos precipitamos a juzgar a aquellos países que se
encuentran sumergidos en las tinieblas que nosotros habitábamos poco antes. Nos
parece inexplicable el trato que los niños y las mujeres sufren en determinadas
sociedades, olvidando que unos añitos atrás a la explotación infantil aquí la llamábamos
ayudar a la familia, y al hecho de presionar a las mujeres para aislarlas en
sus casas de los círculos de poder o decisión lo llamábamos ser decente. Por no
hablar de cosas más dramáticas, como el robo de recién nacidos a sus madres (ya que no eran apropiadas),
palizas a mujeres desobedientes o maltrato de todo tipo para todos aquellos “desviados”
sexuales que no comulgaban con el dictado de nuestra santa moral. Con ese grado
de olvido poco vamos a poder ayudar a los demás.
Y es que si es dura y lenta la aceptación individual del
cambio, la de la sociedad no lo es menos, ya que esta última se nutre de las
piezas que entre todos formamos. La formula por lo tanto es sencilla: Cambio
social= Cambio individual multiplicado por X. Siendo X un número suficiente y
mayoritario de habitantes de una sociedad.
Traduciendo, si quieres cambiar las cosas que no te gustan de tu comunidad,
comienza por cambiar tú y deja que cada cual haga su parte. Tardará más o
menos, pero llegará.
Hace no muchos años, cuando yo era un niño [por eso digo que
no hace mucho (risas de nuevo, por favor) ], las filosofías y medicinas
orientales estaban situadas en el frente “Friki”. Solo los muy raros practicaban
alguna disciplina de este tipo. No era normal ejercitarse en Yoga, TaiChi o Meditación.
Y quien lo hacía era visto como una especie de amante de lo exótico, un extravagante
o un locuelo, pero desde luego no como una persona que busca la salud (en el
sentido amplio de la palabra). Quizás
esto ya comenzaba a normalizarse en las grandes ciudades, pero les aseguro que
en mi Graná natal aquello era visto como una “pollaica”.
Afortunadamente, y empujados por la necesidad, las antiguas
prácticas orientales están llegando a nosotros disfrazadas de novedad. Ahora lo
extraño es encontrar a alguien que desconozca de su existencia o que no
practique alguna de ellas. Las herramientas que nos regalan las sabias y lejanas
tierras de la India, China, Japón … etc, son de un valor descomunal para poner
en práctica el difícil arte de convertirse en Persona, no en humano, que ya lo
somos, aunque cueste creerlo en algunos casos.
Otra cosa distinta es lo que seamos capaces de hacer con
esas herramientas. Es normal que se produzcan adaptaciones, somos sociedades
distintas y son tiempos diferentes. Pero una cosa es amoldar la herramienta
para sacarle el máximo provecho sin contaminar su esencia y otra muy distinta
el utilizarla con miras puramente comerciales.
Todas las actividades filosóficas y deportivas que busquen
ayudar son respetables, pero una cosa es practicar Yoga, en cualquiera de sus
vertientes (Hata, Kundalini, Integral…) y otra el Pilates o practicas parecidas
cuya finalidad es mejorar el cuerpo. Puedes hacer cosas parecidas, pero en
esencia, y aquí la esencia es fundamental, no es lo mismo.
Llegados a este punto cabría preguntarse: ¿Cómo es posible
que una serie de disciplinas consideradas hace poco tiempo como cosas de Frikis
se han convertido en algo aceptado por la sociedad como bueno y sano?
Volvamos a la fórmula
anteriormente expuesta: Cambio social= Cambio individual multiplicado por X. Para que se haya producido un cambio ha sido
necesario el paso adelante de muchos
solitarios que fueron incomprendidos en su momento. Los “raros” nos ayudaron a
los “normales” a descubrir algo valioso.
Les debemos mucho, pero si ellos han evolucionado lo
suficiente entenderán que nos les debemos nada. Y como dijo el sabio, y yo ya
plagié alguna vez, “quien quiera
entender que entienda”.
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