Ahora sí que la hemos liado. Tras la última aventura de
nuestro amigo, la cosa se ha puesto un poco fea. La policía se presentó en su
casa a las 03.05 de la madrugada para detenerlo por escándalo público, exhibicionismo
e intento de agresión sexual. En comisaria le han ofrecido hacer una llamada,
pero como el pobre no se acordaba del número telefónico de casa, ha optado por
enviarme un correo electrónico. Además de lo que ya he contado, esto es lo que
le ha sucedido:
Mi querido amigo,
Estoy comenzando a
pensar que soy un adelantado a mi tiempo, y por ende un incomprendido. Esta
sociedad de desquiciados me ha condenado a la mazmorra por el simple hecho de
poseer una información que no quieren que un cerebro privilegiado como el mío
tenga. Como ya les relaté lo ocurrido en mi último intento de llevar a la
práctica el manual del machote, seguro que usted comprenderá que no he hecho
nada para merecer este injurioso trato.
Lo que más me molesta
de esta situación, es la depravada imagen que de mí pretenden transmitir estos
señores que tan poco gusto tienen para vestir, todos con el mismo ping en la
solapa, ¡qué horteras!. Por lo demás, aquí no se está mal. Siempre hay alguien
que viene a darme conversación. Para que no me aburra, me llevan a una
habitación muy tranquilita en la que siempre tienen la deferencia de dejarme
sentar frente a un espejo enorme, y ahí, entran a charlar conmigo unos señores
muy atentos que se interesan mucho por mi vida privada. ¡Son más majos!
De vuelta a mi
habitación, o como ellos lo llaman, celda, la cosa se complica un poco. El
cuarto que me han asignado está muy bien, de eso no me quejo. Tiene mucha
ventilación. Hasta se han molestado en quitar una de las paredes para poner una
enorme rejilla estilo Luis XV, XVI o incluso de mayor graduación, no me sé muy
bien la escala de valores en Luises. Lo que no me gusta tanto es el compañero
de cuarto que me ha tocado. Es un señor muy peludo y gordo que me mira raro.
Sonríe extrañamente cuando me desvisto para ponerme el pijama, cuando me siento
en la taza del wáter para hacer mis cosas matutinas o cuando hago mis
ejercicios antes de ir a dormir, mis tres abdominales no las perdono nunca.
Además es muy despistado, ya le he sorprendido dos veces rebuscando entre mis
sábanas mientras dormía. ¡¡Pobre hombre, a saber qué habrá perdido!!
Tampoco es de los
mejores hoteles donde he estado, no te vayas a pensar. He pedido cambiar de
dormitorio, incluso pagando suplemento si me dan uno con mejores vistas, y por
el momento ni caso. Debe de estar todo completo, lógico teniendo en cuenta que
estamos en pleno verano.
La comida merece
mención aparte. Teniendo en cuenta que no me dejan pagar nada, no quiero
quejarme mucho, pero la cubertería… un desastre, y el servicio de camareros y
cocina…uffff. Tienen que mejorar mucho, francamente.
Quiero también
destacar la camaradería que se vive aquí entre todos los huéspedes. Nunca me
había pasado algo así. Las muestras de cariño entre nosotros son continuas,
especialmente en el momento del aseo, donde apenas te descuidas un momento y ya
tienes a alguien abrazándote. ¡ Qué gente tan cariñosa!, no tengo palabras para
describirlo. Acabo de llegar y ya me han acogido con los brazos abiertos. Lo
confieso, aquí me siento querido.
Pero como la alegría
dura poco en la casa del pobre, o al menos eso me dice mi madre muchas veces
mientras me rebusca piojillos en el pelo (a ella le encanta presumir de saberse
muchos refranes, aunque yo creo que se los inventa porque no les veo sentido a
la mayoría de ellos, como ese que dice “entre col y col una lechuga”…??? ¿Eso
qué es?¿Sanscrito?... ), pues como iba diciendo, la alegría dura poco, y esta
semana me llevan ya a visitar al juez. No es que me desagrade la idea, a mi me
encanta ir de visita, pero siempre me gusta llevar algo y aquí no hay mucho
donde comprar. El caso es que, según me han contado los señores del ping,
seguramente me echarán de allí en uno o dos días, aunque, según me ha confesado
unos de ellos, muy cariñoso tan bien el muchacho, por él me quedaba allí
eternamente.
Qué pena, pero que
gran recuerdo me llevo de esta gente.
P.D: Lo he estado
pensando, y ya que me han detenido delante de todos mis vecinos, no me importa
que se sepa mi nombre. Me llamo Conflictivo Zángano, de los Zánganos de
“Villaperdida del Fondo”. Una apellido distinguido al que trato de insuflar
valía en todos los actos de mi vida.
Atentamente.
Conflictivo Z.
Continuará… (o no)