Anoche estuve hablando con José Luis Sampedro. Tranquilos,
él sigue muerto y yo por el momento mantengo algo de cordura. Vino a visitarme
en sueños para echarme un cable ya que al parecer soy el único español que no
tiene ni puta idea de economía. Ansioso como estoy de nuevos conocimientos, me
aventuré a la aceptación sin condiciones de unas nociones básicas en esta
extraña disciplina que, lejos de aquellos tiempos en los que sobrevivía entre
asalmonadas páginas, copa ahora columnas, pantallas y sonidos radiofónicos.
Debí de pensármelo más, lo sé, pero cuando sueño soy muy atrevido y me lanzo a
todo. Supongo que debe ser algún extraño mecanismo de compensación entre el
mundo onírico y el real. El caso es que ahí estábamos los dos a las tantas de
la mañana hablando, bueno hablando él, yo me limitaba a escuchar con cara de
pez, sobre los bonos convertibles convergentes, la oferta y demanda agregada, la
prima de riesgo, las pólizas de afianzamiento mercantil, el coeficiente de
Gini, el modelo de valoración de activos financieros… vamos, lo que se dice una
noche loca. Llegado un momento, no sé a que hora porque en los sueños mi Casio se
convierte siempre en reloj de arena y aún no sé leer los granitos, le tuve que
parar los pies:
-
Un momento maestro –le dije con todo el respeto que le
profeso-
-
¿Qué ocurre?
-
Que le parece si intenta explicármelo de una forma
digamos más…
-
Infantil –dijo entre risitas socarronas-
-
Yo iba a decir sencillo, pero vale, acepto la colleja.
-
Verás, - comenzó la explicación mientras se sentaba en
la esquina de una esponjosa nubecilla- todos estos conceptos parten de ideas
simples y concretas que en principio todo el mundo podría entender.
-
¿y por qué a mi me parece tan complicado, maestro?
-
Porque lo que tu tratas de entender ya ha pasado por lo
que podríamos llamar “el traductor ininteligible” Es decir, aquellos que
manejan la economía no tienen ninguna intención en que tu conozcas como
funciona la economía.
-
¿Para quedarse con mi dinero?
-
No, peor aún, para tenerte secuestrado. Si se quedaran
con tu dinero, por muy tonto que fueras, y no digo que sea el caso, aunque
tampoco te conozco mucho, te darías cuenta de que te han robado.
-
¿Entonces?
-
Es mucho mejor
hacerte creer que formas parte del sistema, bajo la condición, esos sí, de
aceptar unos dogmas que ni los que los formulan entienden pero que en cualquier
caso siempre les beneficia.
-
Vamos que la banca siempre gana.
-
Claro hijo mío –dijo poniendo sus largos y huesudos
dedos sobre mi cabeza- ¿Crees que quien crea la banca lo hace con algún ánimo
de ayudar a sus semejantes?, si así fuera ocuparía su talento en buscar un método justo
de reparto no de usura.
-
Luego entonces, ¿usted que propone?
-
¿Yo? Nada, yo estoy muerto. Esa tarea ahora os toca a
vosotros, que para eso estáis vivitos y coleantes, yo ya intenté lo mío.
-
…Pues me he quedado igual…
-
Mira, para que no te vayas así te voy a regalar un
consejo.
-
Le escucho
-
Intenta depender cada vez menos del dinero, así no te
podrán atrapar.
-
Ya, ¿y cómo lo hago?... ¿Maestro?...
Había desaparecido. En su lugar había
ahora dos calamares gigantes fumando puros y jugando a las cartas. Por supuesto
hacían trampa, con tanto brazo ya se sabe…en fin cosas de la mente. Instantes
después desperté gracias al radio reloj. Era hora de levantarse y en las
noticias anunciaban la llegada de una nueva recesión.