Haciendo un rápido barrido sobre el panorama político
nacional, es fácil percibir que no andamos sobrados de políticos carismáticos.
Prueba palpable, es la evidencia de que los dos partidos mayoritarios tienen en
su primera fila a dos elementos rechazados, según las encuestas, por sus
propios votantes.
La arena parlamentaria sufre una preocupante orfandad de
lucha y contraste ideológico que ha entrado ya de lleno en el terreno de lo
preocupante. La repetición de obviedades y la carencia de un mínimo manejo de
la retórica hacen que el hemiciclo suene con más eco que nunca. No hay formas
ni fondo por parte de la mayoría de sus integrantes y eso lleva al parlamento a
un estado de crisis muy seria.
Como ya he repetido muchas veces, y no me cansaré de hacerlo,
esta es una oportunidad fantástica para derribar lo que ya no sirve y comenzar
a construir. Pero, ¡ojito!, también es el momento para que aparezcan los
“salvadores de la patria”, aquellos que se mueven como pez el agua en el fango
social.
Y es así como llegamos hasta nuestro personaje. A petición
popular, y como resultado de la encuesta puesta en marcha en este blog hace
unas semanas, hoy hablaremos de Esperanza Aguirre.
Comenzaremos por las “virtudes” que tiene esta mujer. Pocos,
muy pocos políticos españoles pueden ponerse a la altura de esta señora en lo
que se refiere a la habilidad y oportunismo. Ya he terminado.
Ahora, vamos con los defectos.
La bandera del liberalismo (que nombre tal mal puesto) la
portan siempre aquellos que juegan con doble baraja. Las verdades a medias son
moneda común en sus discursos y razonamientos, y se hacen valer de una base
común, que compartimos todos, para conducirnos a sus intereses. Pongo un
ejemplo, metafórico, por supuesto, para
ser un poquito más claro. Los “Liberales” defienden que en una carrera todos
tienen derecho a participar y luego que cada uno llegue a la meta según su
esfuerzo. Lo que no te cuentan, la otra media verdad, es que:
1- La
línea de salida es distinta para cada uno. Yo salgo desde aquí y, casualmente,
por supuesto, el liberal o el hijo del mismo, sale un kilómetro por delante de
mí.
2- La
carrera es de obstáculos. Lo que quiere decir que si yo con dos piernas las voy
a pasar putas, el que va en silla de ruedas ya está eliminado nada más salir.
3- Los
liberales corren por la calle interior, por si no está muy puesto en atletismo
le informo de que esta calle tiene menos recorrido, y los otros, corren por
fuera. Algunos tienen la desgracia de ir por la última calle.
Aunque les parezca increíble, a
pesar de todo esto, algunos liberales son sobrepasados por otros “no liberales”
durante la carrera. Es entonces cuando se aplica el último, y más importante,
punto.
4- Los
liberales decidirán en todo momento cuando y como hay que cambiar las reglas de
la carrera.
Esta es la biblia de Esperanza
Aguirre. Para justificarla, supongo que debe de tener una especie de complejo
divino por el cual, según cree ella, unos nacen para mandar y otros para
obedecer. Sintiéndolo mucho (frase hecha y mentirosa, pues no lo siento nada),
es hora de desmontarla, señora Aguirre.
Esperanza (por segunda vez, que
nombre tan mal puesto) no está en la vida pública para ayudar a los ciudadanos,
ni tan siquiera para enriquecerse, no lo necesita pues ya tiene suficiente
pasta. Ha llegado a las instituciones para cargárselas, para desmontarlas, para
vaciarlas de contenido. Es una especialista de la degradación de todo aquello
que lleve la palabra “público”. Su misión es utilizar la democracia para hacer
creer al populacho que son ellos mismos los que han decidido cargarse las
empresas públicas. Es fácil, primero degrado la imagen y el contenido de la
empresa, un claro ejemplo es Telemadrid, y posteriormente, cuando la he dejado
a la altura del betún y cargada de deudas, digo de privatizarla. Como
resultado, la masa votante apoya que se elimine algo que identifica como malo.
Lo peor de un personaje como este
es el daño a medio y largo plazo que produce. Sus acciones son siempre medidas.
No va hacia sus objetivos de manera rápida y clara, sino que repta año a año
vendiendo gato por liebre. Cuando te quieres dar cuenta, ya es muy difícil
volver atrás. Cuesta tiempo y sobre todo dinero, mucho dinero.
Pero para que exista Esperanza
Aguirre en una democracia, es necesario que existan ciudadanos que quieran
votarla. Para ello, y teniendo en cuenta el perfil de la mayoría de la masa
electoral, hay que disparar los mensajes a las tripas. La tergiversación de los
hechos, la manipulación del mensaje y la carencia absoluta de escrúpulos son la
base para lograr convencer al pueblo de que lo que en realidad es malo para ellos, es bueno.
Pocos estarían de acuerdo en que
la mayor parte de los ciudadanos se queden sin cobertura sanitaria gratuita.
Pero si en lugar de contar eso, expongo la idea de eliminar empresas con
déficit, privatizar gestiones, construir nuevos hospitales con dinero privado,
mejora de recursos y todo ello a precio de saldo para el ciudadano y teniendo
éste las mismas coberturas que tenía, entonces… ¡Funciona!. Además, para
asegurarme el tanto, y previendo que el personal sanitario va a defender el
juramento hipocrático, me dedico a insinuar lo vagos que son los enfermeros, lo
ladrones que son los celadores o lo asesinos que son los médicos.
La misma planificación puede
aplicarse para otros ámbitos, educación, servicios sociales, bomberos…etc. Etc.
Aguirre no tiene un modelo de
sociedad igualitaria en la cabeza. Su afán pasa por dividir la sociedad entre
los que son útiles y los que no. No le importan las razones por las cuales
aquellos que cayeron ahora están en el suelo. Lo único que le preocupa es que
no la derriben a ella, ni a los suyos. Es la ignorancia personificada al
servicio de la involución humana. Es el negativo de una foto de la Madre Teresa de Calcuta. Es la
inconsciencia protegida por un cardado enlacado.
Esta mujer no sólo actúa dañando
para conseguir sus objetivos, además, y esto es una apreciación personal,
disfruta con ello. Me la imagino estos días pasándoselo bomba con su amigo
Aznar, comiendo palomitas mientras ven los informativos, chocando esos cinco
cada vez que Ignacio González, el obediente Delfín, pisotea los derechos de
otro grupo de trabajadores públicos. Bailando la conga mientras Rajoy se pone
colorado en la pantalla por ser demasiado inútil hasta para ser corrupto.
Nada me gustaría más que creerme
que el día que la Aguirre
se despidió de la Comunidad
de Madrid, lo hizo con la intención de abandonar la primera fila de la
política. Pero no me lo creo. En realidad tengo una teoría que espero no se
confirme nunca:
Esperanza ve que las cosas se han
puesto muy feas y que todo aquel que esté gobernado va a salir escaldado.
Decide salir del escenario para
seguir mandando entre bambalinas.
El gobierno, conducido por su
propia inutilidad, se pega un gran hostión.
Ella, que ha estado criticando
todo lo impopular que hace el gobierno, aunque lo que ella habría hecho sería
muchísimo peor, sale a la luz como la salvadora.
La gente la cree y la vota.
Ella gobierna y yo me exilio.
Fin.
Seguro que es una teoría
infundada, una creación de mi perversa mente construida por culpa de los
calores veraniegos… pero no estoy seguro, voy a preguntarle a Pedro J. a ver si él
sabe algo de esto…