Estoy hasta el gorro de que los “dueños” de la sociedad me
jodan los artículos.
Ayer mismo estaba preparando un fantasioso relato en el que
un politiquillo soltaba espuma por la boca contra aquellos que osaban
enfrentarse a los respetables miembros del orden público cuando, en una de esas
circunstancias que la vida te lanza para carcajearse de ti, el hombrecillo se
ve envuelto en una disparatada escena que termina con él agrediendo a la policía.
Sí, muy divertido…hasta que llegó Esperanza Aguirre con su
conocida altivez y acabó transformando mi ingeniosa fantasía en un relato que
roza el neorrealismo italiano.
¡Ya está bien hombre! Puedo entender que alguna vez la
realidad acabe superando a la ficción, pero esto se ha convertido en un
clarísimo ataque contra los constructores de historias no vividas. Es una
ofensa hacia los creadores, hacia los artistas, un innegable intento de acabar
con la creatividad de aquellos que buscan el consuelo de pensar que lo que está
ocurriendo es malo pero que podría ser peor.
Ya me dirán ustedes cómo voy a ponerme a construir personajes esperpénticos
en situaciones irracionales dentro de un mundo imaginario, cuando la realidad
se empeña una y otra vez en parir Aguirres, Rajois, Roccos, Borbones, Bárcenas,
tertulianos varios o alcaldesas de chichinabo. Así es imposible utilizar la
comedia para denunciar nada.
Los cronistas de épocas pasadas los tuvieron mucho más
fácil. Para ellos era más sencillo exagerar un episodio concreto o un personaje
cualquiera y llevarlo al absurdo con dos brochazos. Hitler o Stalin, por poner dos ejemplos, eran
unos malos como Dios manda. Auténticos profesionales en el dudoso arte de joder
al personal. Pero esta generación nuestra… ¡es imposible!.
Son tan ridículos y estúpidos (y estas características los
convierten en altamente peligrosos) que uno acaba hasta cogiéndoles cierto
cariño. No es la primera vez que oigo a
alguien diciendo que, a pesar de saber que Esperanza Aguirre práctica políticas
que directamente les perjudica, no pueden evitar que les caiga bien. ¡¡Pa Cagarse!!
Un estudio que leí hace un tiempo decía que el 98% de los
niños tenían capacidades para convertirse en genios. Manda cojones que en
España hayamos reunido al 2% restante para colocarlos en los puestos claves de
nuestra sociedad. Y si esto ocurre es
porque de ese 98%, como mínimo el 80% no han utilizado sus recursos para
convertirse en genios, de hecho se han quedado lejos, muy, muy lejos. Y han
preferido pasar sus días amasando mocos y acudiendo cada cuatro años a las
urnas para votar cosas, literalmente, increíbles.
Ya es hora de que alguien lo diga. Esta democracia es una
mierda. El voto de Eduardo Inda no puede valer lo mismo que el de Chema Herzog,
concejal de Errentería. Los dos son de derechas, pero uno de ellos utiliza sus
neuronas y su corazón para vivir y convivir, mientras que el otro suficiente
tiene con sobrevivir y no olvidarse de respirar. Creo que no es necesario
aclarar a quien me refiero en cada una de las definiciones.
Y si encontramos coincidencia en la afirmación anterior
sobre la Democracia tenemos dos opciones para cambiarla. Una, mediante un
complejísimo sistema que evalúe justamente cuanto vale el voto de cada cual (y
a ver quién es el guapo que decide eso), o Dos, hacemos mutar a los actores del
sistema. Es decir, NOS reinventamos.
Una cosa hay que tener bien clara. El fango en el que nos
movemos no ha caído del cielo. Basta de victimismos. Los españoles no han tenido
la mala suerte de tener una clase dirigente paupérrima, no, la han creado,
mejor dicho, la hemos creado. La basura que nos dirige es el resultado de todas
nuestras basuras, de nuestros miedos, de nuestra inacción, de nuestras envidias,
de nuestra falta de respeto (sobre todo a nosotros mismos), de nuestra holgazanería,
de nuestra falta de escrúpulos… de nuestra falta de humanidad, en definitiva.
No suena bien, pero quizás es cierto: “Cada país tiene el
gobierno que se merece”. Y esto es lo que en este momento nos merecemos. A mí
no me gusta y quiero cambiarlo. Y ojalá muchos de ustedes compartan están
opinión y comiencen, si no lo han hecho ya, a ponerse en marcha. Háganlo por
ustedes, por sus hijos, por sus nietos y por aquellos contadores de historias fantasiosas
que cada vez tienen menos material para trabajar.