Normalmente intentamos crear nuestros círculos de amistades
con aquellas personas que nos aportan algo. Esto difiere mucho en función de lo
que estés buscando en un momento concreto de tu vida, de tus necesidades. Pues
bien, yo acostumbro a rodearme de personas que de una u otra forma me ayudan a
crecer, me enseñan cosas que no sabía o de las que no me había percatado, y lo
hacen con palabras unas veces, con acciones otras o con el simple hecho de
estar. Todos ellos destacan en diferentes aspectos que yo admiro, pero suelen
tener un punto en común, lo que coloquialmente llamamos inteligencia. Esta
palabra da mucho juego, y basta echarle un vistazo a la definición de la RAE para confirmarlo. Siete
acepciones tiene, la más utilizada y expandida es posiblemente la que hace
referencia a la mayor o menor capacidad del intelecto para resolver problemas,
mientras que la menos conocida es la que se define como “Sustancia
puramente espiritual”. Como este es un blog de “raros” para “raros”, a esta
última definición me voy a referir.
Todo comenzó hace un par de días cuando, muy
acertadamente y a raíz de un artículo publicado aquí, un amigo me hizo dudar
acerca del verdadero significado de “inteligencia”. Todo en esta vida tiene un
precio, y rodearse de gente lista e inquieta también lo tiene: el de "rebanarte
los sesos" de vez en cuando. Sabiendo que él sabe mucho más de lo que yo creo
saber, he dudado a la hora de atreverme a escribir algo y quedar en evidencia.
Así que he optado por la mejor solución posible, llamar a mi madre.
Tras unos minutos explicativos en los que le
he aportado todo tipo de información e incluso alguna prueba gráfica (ella
también se ha “wasapeado” y le he enviado una foto de mi “contrincante”
intelectual), ha sabido dar en la tecla justa para que al final me lanzara
al reto. Me ha dicho: “no te preocupes hijo, él será más listo, pero tu eres
pelín más guapo”. En pleno zenit de un ataque de narcisismo he comenzado así:
Por más que hayamos mamado desde nuestra
infancia la idea de que fulanito o menganito son muy inteligentes porque han
sido capaces de sacarse la carrera de medicina, abogacía o unas oposiciones a
notario, lo cierto es que la capacidad de retener datos es una cosa, la de
resolver problemas es otra, la destreza y habilidad otra más y la inteligencia,
tal como la concibe mi amigo y como yo comienzo a creer, otra bien distinta.
Seguro que todos hemos llegado a conocer a lo largo de nuestra vida a personas
que destacaban en algún campo de forma sobresaliente y que sin embargo no
tenían muchas habilidades sociales. Se relacionaban mal con los demás, con el
entorno y con ellos mismos. A mi ellos me parecen buenas computadoras. Son
capaces de sacarle un gran partido a algunas partes de su cerebro, y esto es
admirable por el trabajo que conlleva, pero eso no les cualifica como personas.
El uso de la inteligencia te permite comenzar
a buscar las respuestas, sean éstas de la índole que sean, mirando primero hacia dentro y luego, si es
necesario, hacia fuera. De nada sirve pensar de un modo concreto, aprendido a
base de conocimientos y experiencias adquiridas, si te quedas en lo superfluo.
Si aceptas como dogmas todo aquello que una vez te sirvió, podrás seguir
acaparando datos durante años, pero la falta de flexibilidad de impedirá
crecer.
Cuestionarse a uno mismo es símbolo de
inteligencia. Buscar aquello que es coherente con lo que sabes( ¡y lo
sabes!) que tiene que ser, es
inteligencia. Romper creencias que ya no te sirven porque ahora eres otro, es también
inteligencia. Pero como he dicho anteriormente todo tiene un precio, y en este caso
llegar hasta un nivel que te permita el uso de tu verdadera inteligencia de un
modo aceptable, es un camino que no siempre resultará sencillo de transitar. Porque
comenzar a pensar y actuar de forma coherente con tu SABER, es también destruir
todo o gran parte de aquello sobre lo que te has sostenido durante mucho
tiempo. Si te dispones a deshacerte de las cómodas excusas que has utilizado
para no enfrentarte a ti mismo, que es por cierto el peor enemigo con el que
vas a topar en tu vida, tendrás que renunciar a muchas de las cosas aprendidas
y cuestionar otras.
Soy consciente de que en realidad me he movido
en circunloquios alrededor de la palabra inteligencia sin llegar a definirla.
Tiene su explicación, no sé definirla de una forma concreta. Es algo que se me
escapa, que no puedo traducir al verbal. Es mi intuición la que me asegura su
existencia, es eso que hace que tú y yo sepamos lo que es mejor para nosotros y
para el otro sin necesidad de que nadie nos lo explique. No necesitamos
aprenderlo porque siempre lo hemos sabido. ¿Cómo?, ¿Desde cuando?, ¿Por qué? ,¿Quién o Qué lo puso ahí?...
francamente, no tengo la menor idea. Yo soy tan ignorante como usted, o quizas usted no.
Posdata_ Le he vuelto a enviar un "wassá" a mi
madre para que me confirme que sigo siendo pelín más guapo que mi
“contrincante” intelectual. La muy desleal ahora titubea.