Nota 1 del editor: Por si le faltaba poco a Confictivo con las
vicisitudes del día a día, ahora nuestro querido amigo quiere entrar en el
mundillo de la política. Por lo menos esta vez podemos estar tranquilos, pues difícilmente
puede estropearse lo que roto está. Aunque con este señor nunca se sabe…
La carta de hoy dice así:
Mi estimado editor,
Aunque pueda
parecerlo, no me he olvidado de usted. Llevo algunas semanas “desaparecido”
pero, como a estas alturas habrá supuesto, pues ya conoce de la coherencia que
guía el transcurrir de mis días, todo tiene una explicación.
Si bien es cierto que
el descubrimiento del “Manual para
machotes” supuso un antes y un después para muchos aspectos de mi existencia,
tampoco puedo negar que en el ámbito de mi vida sexual las cosas no están
saliendo como yo esperaba.
Era pues el momento de
darle un empujón a esta parte de mí que tanto me gusta y tan pocas alegrías me
brinda. Y para ello dediqué una semana completa a la lectura tenaz del manual.
Pasando por alto
algunos interesantísimos consejos, sobre los cuales volveré en algún otro
momento, decidí centrarme en el capítulo que más llamó mi atención, titulado
“la erótica del poder”.
Para poner en práctica
todo lo aprendido, hice un recorrido por las sedes de casi todos los partidos
políticos de España, tratando de encontrar
aquella formación que más se acercara a mis ideas y a mi forma de vivir. El
resultado fue exitoso, si bien es verdad que en algunas de ellas salí
trasquilado.
En una que se llama IU
me echaron a patadas; en otra que se llama Equo me echaron amablemente; en la del PSOE no sabían qué hacer, si
aceptarme o no, por lo que al final opté por marcharme yo, no me gustan las
medias tintas.
También acudí a una
muy graciosa, un poco mariquita, toda pintada de rosa y con un gran sentido del
humor. Con solo decirte que uno de sus principales representantes es un actor
malísimo de los 90….Evidentemente no acepté formar parte de aquel circo, uno
tiene su dignidad.
Cuando ya comenzaba a
darme por vencido, acudí al PP, que
según mi madre, y unos señores que salen en la tele que ve mi vieja, es el
único partido del país que merece la pena. Y por una vez tengo que darle la razón.
¡¡Qué señorío, qué
saber hacer, qué prestancia!!. Es una
partido muy macho, como a mí me gusta, donde las mujeres con responsabilidad se
comportan como auténticos hombres. Quedé
encantado, y ellos alucinaron con mis ideas y proyectos para el país. Huelga
decir, y perdón por la expresión un tanto teñida de colorao, que fui
inmediatamente admitido… previo pago de doscientos euros que hube de entregar
en un precioso sobre blanco con un finísimo dibujo de gaviotas azules.
Pocos días después asistí
a mi primera asamblea de socios, o cómo demonios se diga. A ella acudió lo más granado del partido. Estaba una señora
llamada Espe a la que todos parecían temer, un señor con barba, baboso y medio encorvado que se parece mucho a uno
que sale todo el rato en la tele, y
sobre todo… estaba mi enamorada, Mari Lola. Es toda una señora, muy mujer, que
sigue al pie de la letra los ritos de apareamiento clásicos. La perseguí toda
la noche de un lugar a otro contándole divertidísimos chistes sobre mujeres y
fregonas, y ella, como tiene que ser, ponía su mejor cara de asco y me huía.
Lo reconozco, con sus
continuos desplantes consiguió
conquistarme.
Traté de hacérselo
saber siguiéndola hasta el baño de las hembras, donde se había dirigido tras
cuchichear con una amiga que un tipo asqueroso había conseguido revolverle el
estómago (¡¡¡es que dejan entrar a cualquiera!!!), pero la cosa no acabó de
cuajar. A hurtadillas me acerqué hasta la letrina donde se encontraba y
asomando mi cabecita por debajo de la puerta comencé a lanzarle piropazos
españoles.
Menudo susto se llevó
la pobre. Cuando aparecí de pronto junto a sus piernas comenzó a gritar con las
bragas en los tobillos y la falda arremangada hasta la cintura. Por más que yo
trataba de explicarle que aquello no era más que un acto de amor, ella no
dejaba de gritar y de lanzarme trozos de papel higiénico, mientras trataba de
huir de mí hundiéndose cada vez más en la taza del wáter.
Cuando llegó seguridad
para estropear esa bonita historia de amor, ella ya se había colado por la taza
junto a gran parte del vestido. A mí no se me había pasado por la cabeza el
hecho de que la pobre tenía la barriguilla suelta y que en su intento de huida
había acabado restregándose con sus propios desperdicios, por lo que sin
pensarlo agarré su mano mientras los seguratas trataban de arrástrame.
El resultado no fue
muy poético, la verdad. Cuando consiguió soltarse, la pobre Mari Loles quedó
como una X en el suelo, rezongada en sus
propias vergüenzas y con un olor… muy poco romántico.
Aún así, la amo. Y
seguiré insistiendo hasta conquistarla.
Respecto a mi
afiliación al partido, al contrario de lo que pueda parecer, me han perdonado y
sigo siendo un miembro más. Varios compañeros, muy comprensivos, me han confesado
que este pequeño incidente no tiene importancia y me han dicho que “cosas
peores han hecho ellos”.
Qué alegría, creo que
por fin he encontrado mi hogar, un lugar donde me siento perfectamente
acoplado.
Nota 2 del editor: Esta semana he recibido una carta “anónima” firmada por la
madre de Conflictivo. En ella me desvela el origen del “Manual para machotes”. Con
mucho esfuerzo he conseguido ponerme en contacto con ella y concertar una
entrevista que será próximamente publicada.