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martes, 3 de septiembre de 2013

La verdadera y desordenada historia de España. Capítulo 1: La reunión de Hendaya.






15.20 del 23 de Octubre de 1940. El tren “Erika” , procedente de París, hace su entrada en la estación de la localidad Francesa de Hendaya.  Von Ribbentrop y Hitler bajan del tren.

- Mira que te lo dije Von, que el enano este es un tardón de cojones.
- Lo siento muchísimo Mein Führer, una vez más usted tenía razón. De todas formas, y si me lo permite, estimo conveniente que no debe dirigirse al general haciendo referencia a su estatura, podría molestarse.
- Si es canijo es canijo. Que lo supere que ya es mayorcito.
- Sí Mein Führer, pero él podría contraatacar con el mismo argumento y entonces…
- ¡¿Cómo?!,… tu nunca has visto una cámara de gas por dentro ¿verdad?.
- Perdón Mein Führer, no quería decir eso…
- Ya, ya… anda, déjate de impertinencias y tráeme unos conguitos, que tengo un antojo. No te puedes imaginar lo que me aburre la espera. ¿Sabes si hay algo por aquí a lo que poder disparar para distraerme?
- Lo lamento su excelencia, estamos muy cerca de España y a los judíos ya los expulsaron hace tiempo. Quizá pudiera conseguir algunos gitanos…
- …Ummm, no, no es lo mismo. Anda, tráeme esos conguitos mientras aparece el tuercebotas este.


Mientras tanto, en el tren que conduce a Franco hasta Francia, Ramón Serrano Súñe y el generalísimo ultiman sus planes:

-          Y cuando él le solicite su adhesión al eje…
-          ¡¡Le pido que nos devuelva Gibraltar!!.
-          Noooo, mi general, no. Por enésima vez. Lo que el ”Fuller” le va a pedir es su permiso para invadir Gibraltar.
-          AAAhh, ya… ¿y por qué?, si nosotros no le hemos hecho nada.
-          Claro excelencia, pero al ser colonia Británica le conviene invadir… y no lo olvide, usted ha de negarse.
-          ¡Ya lo sé, hombre!, ¿me has tomado por tonto?, … entonces ¿nos unimos al eje o no?
-          No mi general, los americanos acabarán por intervenir y nosotros tenemos que estar al margen cuando Alemania sea derrotada.
-          ¿y qué le digo?¿me niego?
-          Eso quedaría mal, mejor no hagamos enfadar al Adolfillo. Dígale por ejemplo que a cambio queremos Marruecos.
-          ¿Y si me lo concede?
-          No lo hará, el Gobierno de Vichy no se lo permitiría.
-          Clarooooo… joder Ramón, que listillo. Eres feo de cojones, pero inteligencia no te falta.
-          …Essstooo….gracias, mi general.
-          Estamos a punto de llegar y me está entrando hambre… ¿no tendrás por ahí unos conguitos?...


15.28. El tren de Franco llega a Francia. Unos minutos después, Hitler y Franco conversan alegremente en el vagón restaurante.

- … Y le digo: ¡que va hombre!, no tengas miedo, si es una sala para que te laves…
- Ja, ja, ja… Cómo eres Adolfo, yo hice algo parecido con unos rojillos que…
- Si, si, si… muy interesante. Bueno, a lo que íbamos. Te he traído el documento de adhesión y para que veas como cuido a mis aliados…Chan ta ta chan… ¡ un bolígrafo de ocho colores de regalo!.. Ale, ya puedes  firmar.
- Guauuu, me encanta. Hay que ver como sois los alemanes, siempre punteros en lo que a tecnología se refiere.
- Sí, sí, pero firma aquí, donde pone Gilipoll… digo General .
- Es que…
- (Tratando de vencer su resistencia Hitler le coge la mano) ¿Ocurre algo mi querido Paco?
- Sí…verás, yo… bueno, mis asesores…en fin, quería pedirte algo.
- (Hitler se pone serio y suelta la mano de Franco) Pues tú dirás.
- Es que…. ¡Quiero Marruecos!...hala, ya lo he dicho.
- ¿Marruecos?, ¿pero si eso está lleno de moros y hace un calor que te mueres?. .. Mira, mejor vamos a hacer una cosa, te doy Andorra que se está fresquito y de paso te montas un paraíso fiscal para ti solo… ¿qué te parece?.
- Chachiiiii, verás cuando se lo cuente a Ramón… menudo soy yo negociando.
- Bueno, y ahora firma aquí.
- O.k mi “fuller”… pero antes me voy a comer este conguito que queda aquí.
- Noooo, es el últimoooooo, no lo toqueeeeeeeess…

Pero antes de que Hitler pudiera impedirlo, el suculento aperitivo de chocolate entró de lleno en la ensalivada boca del generalísimo.

Cuenta la historia que el dictador Alemán salió tarifando de allí, sin acuerdo y con un cabreo de tres pares de narices.  Al parecer el Gobierno Alemán y el Español decidieron acordar una historia distinta a la ocurrida para contar a sus ciudadanos. Pero pueden creerme, lo narrado aquí tiene tanta validez como los textos “históricos” de Pío Moa y César Vidal juntos.

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