15.20 del 23 de Octubre de 1940. El tren “Erika” ,
procedente de París, hace su entrada en la estación de la localidad Francesa de
Hendaya. Von Ribbentrop y Hitler bajan
del tren.
- Mira que te lo dije Von, que el enano este es un tardón de
cojones.
- Lo siento muchísimo Mein Führer, una vez
más usted tenía razón. De todas formas, y si me lo permite, estimo conveniente
que no debe dirigirse al general haciendo referencia a su estatura, podría
molestarse.
- Si es canijo es canijo. Que lo supere que
ya es mayorcito.
- Sí Mein Führer, pero él podría contraatacar
con el mismo argumento y entonces…
- ¡¿Cómo?!,… tu nunca has visto una cámara de
gas por dentro ¿verdad?.
- Perdón Mein Führer, no quería decir eso…
- Ya, ya… anda, déjate de impertinencias y tráeme
unos conguitos, que tengo un antojo. No te puedes imaginar lo que me aburre la
espera. ¿Sabes si hay algo por aquí a lo que poder disparar para distraerme?
- Lo lamento su excelencia, estamos muy cerca
de España y a los judíos ya los expulsaron hace tiempo. Quizá pudiera conseguir
algunos gitanos…
- …Ummm, no, no es lo mismo. Anda, tráeme
esos conguitos mientras aparece el tuercebotas este.
Mientras tanto, en el tren que conduce a
Franco hasta Francia, Ramón Serrano Súñe y el generalísimo ultiman sus
planes:
-
Y cuando él le solicite su
adhesión al eje…
-
¡¡Le pido que nos devuelva
Gibraltar!!.
-
Noooo, mi general, no. Por
enésima vez. Lo que el ”Fuller” le va a pedir es su permiso para invadir
Gibraltar.
-
AAAhh, ya… ¿y por qué?, si
nosotros no le hemos hecho nada.
-
Claro excelencia, pero al
ser colonia Británica le conviene invadir… y no lo olvide, usted ha de negarse.
-
¡Ya lo sé, hombre!, ¿me
has tomado por tonto?, … entonces ¿nos unimos al eje o no?
-
No mi general, los
americanos acabarán por intervenir y nosotros tenemos que estar al margen
cuando Alemania sea derrotada.
-
¿y qué le digo?¿me niego?
-
Eso quedaría mal, mejor no
hagamos enfadar al Adolfillo. Dígale por ejemplo que a cambio queremos Marruecos.
-
¿Y si me lo concede?
-
No lo hará, el Gobierno de Vichy
no se lo permitiría.
-
Clarooooo… joder Ramón, que listillo. Eres feo
de cojones, pero inteligencia no te falta.
-
…Essstooo….gracias, mi general.
-
Estamos a punto de llegar y me está entrando
hambre… ¿no tendrás por ahí unos conguitos?...
15.28. El tren de Franco llega a Francia.
Unos minutos después, Hitler y Franco conversan alegremente en el vagón
restaurante.
- … Y le digo: ¡que va hombre!, no tengas
miedo, si es una sala para que te laves…
- Ja, ja, ja… Cómo eres Adolfo, yo hice algo
parecido con unos rojillos que…
- Si, si, si… muy interesante. Bueno, a lo
que íbamos. Te he traído el documento de adhesión y para que veas como cuido a
mis aliados…Chan ta ta chan… ¡ un bolígrafo de ocho colores de regalo!.. Ale,
ya puedes firmar.
- Guauuu, me encanta. Hay que ver como sois
los alemanes, siempre punteros en lo que a tecnología se refiere.
- Sí, sí, pero firma aquí, donde pone
Gilipoll… digo General .
- Es que…
- (Tratando de vencer su resistencia Hitler
le coge la mano) ¿Ocurre algo mi querido Paco?
- Sí…verás, yo… bueno, mis asesores…en fin, quería
pedirte algo.
- (Hitler se pone serio y suelta la mano de
Franco) Pues tú dirás.
- Es que…. ¡Quiero Marruecos!...hala, ya lo
he dicho.
- ¿Marruecos?, ¿pero si eso está lleno de
moros y hace un calor que te mueres?. .. Mira, mejor vamos a hacer una cosa, te
doy Andorra que se está fresquito y de paso te montas un paraíso fiscal para ti
solo… ¿qué te parece?.
- Chachiiiii, verás cuando se lo cuente a
Ramón… menudo soy yo negociando.
- Bueno, y ahora firma aquí.
- O.k mi “fuller”… pero antes me voy a comer
este conguito que queda aquí.
- Noooo, es el últimoooooo, no lo
toqueeeeeeeess…
Pero antes de que Hitler pudiera impedirlo, el
suculento aperitivo de chocolate entró de lleno en la ensalivada boca del
generalísimo.
Cuenta la historia que el dictador Alemán
salió tarifando de allí, sin acuerdo y con un cabreo de tres pares de narices. Al parecer el Gobierno Alemán y el Español
decidieron acordar una historia distinta a la ocurrida para contar a sus
ciudadanos. Pero pueden creerme, lo narrado aquí tiene tanta validez como los
textos “históricos” de Pío Moa y César Vidal juntos.
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