En todo sistema organizativo ha de existir un patrón, una
referencia que actúa como astro sol. A su alrededor gira todo el sistema.
La humanidad orbita desde hace siglos alrededor de un planeta que le condena a la acumulación de
fracasos: el dinero. Referenciar nuestro
presente y futuro en la búsqueda del mejor y más justo sistema económico,
partiendo de la idea de que sobre este girará todo lo demás, es el mayor error
que comete el ser humano. No puede existir justicia en una sociedad que busca
el patrón en la competitividad económica o el derecho a ganar todo el dinero
posible.
Antes de que me acusen de comunista déjenme explicarme un
poco más. No digo que sea pernicioso el hecho de ganar dinero, todo el que uno
pueda o quiera, sino que lo dañino es fijar la ganancia económica como objetivo
principal.
El lenguaje es clarividente para demostrar esto. Si yo digo “Riqueza”,
la primera imagen que aparecerá en su mente será algo relacionado con dinero. Pero, y sus amigos ¿no son riqueza?, sus
familiares, amantes, estudios, habilidades, deportes, conversaciones, familia …
¿no son riqueza?.
El capitalismo tiene sus pros y sus contras, el comunismo
también y las dictaduras… bueno, las dictaduras son una mierda se miren por
donde se miren. A lo que voy, en realidad no es necesario buscar un sistema
económico justo, de hecho es inútil intentarlo, porque el problema radica en la
referencia tomada para considerar si una sociedad es exitosa o no. Si cambiamos
eso, y situamos el bien común como referencia individual, el sistema económico
justo llegará por sí solo.
Y un sistema económico justo es aquel que cubre las
necesidades fundamentales de sus ciudadanos, dejando el resto a voluntad de cada
cual. Si usted tiene un lugar donde vivir, un trabajo al que acudir, una
escuela donde estudiar, un hospital donde ser atendido…etc, entonces será su
decisión trabajar más para conseguir un coche más grande, una casa mejor o la
PS4, pero la supervivencia social estará asegurada.
Y ¿Cómo se consigue esto?, muy “fácil”, cambiando el pico de su pirámide de valores. Si para
usted, que su vecino esté bien es una buena noticia, el camino ya estará
empezado. Pero seamos sinceros. ¿Cuántos de ustedes han pensado al leer el párrafo
anterior algo así como: “ Si, claro, yo trabajo y pago impuestos para que
una panda de vagos vivan de mi”. Aquí está el problema. Ni siquiera nos
planteamos si nosotros estamos bien o mal con estas reglas sociales, no, lo que
nos preocupa es que pueda haber (y muy posiblemente así sea) algunas personas
que se aprovechen del trabajo de los demás para subsistir.
Cargados con todo el peso de la cultura judeocristiana,
observamos al ser humano como una especie fundamentalmente maliciosa. Nos han
educado en esa creencia, hemos crecido aprendiendo defensa personal convencidos
de que esto es una guerra, e imbuidos en esa creencia no nos conformamos con la
posibilidad de estar bien si el de al lado está, o consideramos que está, mejor
que nosotros.
Francamente, no comparto en absoluto esa idea heredada de la
maldad humana, para mí el hombre (sin género) no es fundamentalmente malvado,
sino absolutamente (excepciones aparte) inconsciente.
Una vez más voy a cometer el pecado del ajo, voy a
repetirme. El cambio es posible, el ser humano está aún en pañales y puede
hacer muchísimas más cosas de las que imagina. Pero si lo que usted quiere es
que ese cambio comience ya a producirse, voy a darle hoy y aquí la llave que le
permitirá abrir la primera puerta (hay muchas más, ¿o creía que iba a ser tan
fácil?) de este apasionante camino: “Comience a cambiar SU vida HOY mismo”.
Si lo hace, de verdad, sin fingimientos, observe a su
alrededor dentro de un tiempo. No lo va a creer. Dese un mes de plazo, tan solo
eso. Salude a todos amablemente. Préstese para ayudar a quien pueda. Toque más a
la gente. Converse. Apague la tele más a menudo. Intente ponerse en el lugar
del otro cada vez le entren ganas de juzgar a alguien.
No se apure, es difícil al principio porque no tiene el
hábito, pero puede hacerlo. Claro que puede, está dentro de usted, pero lo ha
olvidado.
Tampoco nos confundamos, todo esto no implica caer en el “buenismo”.
Si alguien le responde con hostilidad no tiene por qué sonreírle, pero intente
que no le afecte. Si le responde al mismo nivel, cada uno de ustedes se
llevarán puesta una buena dosis de mala leche. Si no lo hace y simplemente
pasa, la basura se la llevará él solito.
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