Me parece increíble que determinados “revisionistas” de la historia
evolutiva humana sigan empeñados en hacernos creer que el hombre no procede del
mono. Basta con contemplar unos instantes la actuación de un grupo de
antidisturbios para tener la certeza de que Darwin acertó, si no de pleno, sí
en buena parte.
Cuando uno observa aturdido el ir y venir de porras en manos
de semejantes cenutrios, se pregunta cómo es posible que éstos y Charles
Baudelaire puedan pertenecer a la misma especie. Es más, me pregunto qué
extraño mecanismo mueve la madre
naturaleza para hacer que unos evolucionen tanto y otros tan poco. ¿O será una
cuestión de elección personal?
El caso es que, al margen de que los Darwinistas tienen en
estos zopencos una buena oportunidad para hallar el eslabón perdido, me
preocupa mucho más lo que hay encima de los hilos de la marioneta que lo que
hay debajo.
Vivimos tiempos moderadamente convulsos, de eso puede darse
cuenta hasta el más Rajo… perdón, digo tonto, y me temo que no tardaremos en
descubrir que éstos no son más que la antesala de la rebelión. Y si mucho no cambia el rumbo, el estallido
será doloroso.
No puedo defender la violencia exacerbada. No me gusta, me
produce un rechazo natural que me nace de la rabadilla y sube hasta la azotea
craneal. Qué le vamos a hacer, nunca seré un supermachote. Pero una cosa es que
no me guste y otra bien distinta que no la entienda. Y cuando en alguna tertulia informal, de esas
en las que todos decimos cosas por las que podríamos ser declarados persona non grata, suelto aquello de que un
estallido violento en las condiciones en las que estamos sería de lo más
normal, lo que quiero decir, concretamente, es que en el nivel evolutivo en el
que estamos eso es lo “natural”.
No es de extrañar que algunos sociólogos españoles estén
intentando comprender la razón por la cual, tras sufrir unos recortes sociales
sin precedentes, el país se mantiene, en su mayoría, en un estado de calma que
comienza a ser inquietante.
Yo a esto lo llamo el efecto tsunami. Como saben, cuando se produce este fenómeno
de la naturaleza, el mar comienza a retirarse, a replegarse hacia el interior,
para de pronto salir de su habitual cauce con una fuerza desmedida.
Pero lo peor de esto es que, lejos de preocuparse por ello,
los mandatarios españoles, grandes desconocedores del pueblo que gobiernan,
parecen satisfechos con el hecho de que por el momento el personal sigue aguantando
sus continuos ataques. En realidad ellos no lo saben, pero que a estas alturas
la gente no haya dicho “hasta aquí hemos llegado” es lo peor que les podría
(nos podría) pasar.
No somos Europeos al uso, eso deberían tenerlo en cuenta, y
el español tiene la histórica costumbre de soportar mucho hasta un punto en el
que no soporta nada. Todavía estamos en la fase en la que un dialogo sería
posible. Quizás los “dueños” del cotarro puedan reflexionar, reparar algo de lo
que han roto y, sobre todo, no seguir tensando la cuerda. Aunque me temo que
esto no será así por una sencilla razón: ellos también son españoles. Y también
tienen sus históricas costumbres, por ejemplo, querer diez cuando tienen cinco,
veinte cuando consiguen diez y así sucesivamente.
La senda que transitamos no puede llevarnos a nada bueno, y desgraciadamente no somos una sociedad que
sepa dar marcha atrás sin antes liarse a hostia limpia intentando encontrar un
culpable. Claro que también es posible que España haya cambiado mucho más de lo
que a mí me parece, que nos hayamos convertido en ciudadanos muy civilizados y
que seamos capaces de reconducir la situación sin sacar las manos a pasear.
Pero qué quieren que les diga, yo miro a esos antidisturbios
golpeando sin contemplación a todo aquel que intencionada o accidentalmente se
puso en “su” camino y me parece estar viendo a un grupo de españoles de pura
cepa, de esos que han ido acumulando kilos de rabia en su interior hasta que un
día la bilis les fluye como fuentes por todo el cuerpo. Y ahí no conocen a
nadie, la mente está anulada y las tripas toman el control.
Escucho a los tertulianos condenar la violencia de Gamonal
con todo tipo de adjetivos y me pregunto si no deberían de guardar algunos para
más adelante, por si acaso.