En el año 1948 Arthur C. Clarke daba vida a un relato corto
de ciencia ficción que sería la base para un libro posterior y una película
llamada 2001: Una odisea del espacio. En este, un grupo de astronautas se dirige por
primera vez a la luna para descubrir un extraño objeto piramidal que radia un
campo magnético muy potente. Al parecer,
unos alienígenas, mucho más avanzados que los terráqueos, dejaron ese objeto en
la luna a la espera de que el hombre evolucionara lo suficiente como para poder
contactar con él.
En 1969 el Apolo XI, en una misión enviada por los EEUU
(país que pertenece al mismo planeta que Angola o Kirguistán, aunque a ellos
les cueste creerlo) aluniza en nuestro bello satélite y sus tripulantes
tienen el honor de darse el primer paseo Lunar. No encuentran ningún objeto
piramidal, ni de ninguna otra índole. No había nada, o quizás sí, pero aún no ha
llegado el momento de poder verlo.
En el relato de Clarke, cargado de simbolismos y mensajes,
el objeto misterioso no destaca tanto por su forma (piramidal y perfectamente pulida), como por las fuerzas “metafísicas” que lo hacen funcionar. Si Armstrong y compañía hubiesen encontrado
algo parecido a lo que se exponía en “El centinela” habríamos entrado en un mar
de conjeturas acerca de quién ha podido dejar ese objeto allí y cuál es su
significado, pero nada más. Lejos de aumentar nuestra inteligencia hubiera
servido para alimentar nuestra confusión, y en eso ya vamos sobrados.
Prefiero imaginar que los extraterrestres poseen una especie
de mando a distancia mediante el cual pueden ocultar o hacer visible el objeto
a sus anchas, mientras, ya de paso, se descojonan de nosotros viéndonos dar
saltitos por la Luna sin ton ni son, pasando una y otra vez junto a una
pirámide que no somos capaces de ver. Luego, de vez en cuando, el comité de sabios
se reúne para decidir si ya es hora de darle al ON a la maquinita.
Es entonces cuando dedican unos momentos a observar la
Tierra con detenimiento.
Miran a EEUU y ven un país poderoso donde una gran
parte de su población vive en la pobreza, o directamente se muere porque no hay sistema
de salud que quiera salvarlo.
Miran a China y ven un país de una riqueza filosófica
excepcional que ha tenido la gran idea de prescindir de gran parte de su
aprendizaje para convertirse en la perfecta mezcla de lo peor de cada casa. Lo
peor del comunismo y lo peor del capitalismo.
Miran a Sudamérica y ven a
Kirchner
o a Evo Morales con discursos de parvulario y acciones de salva patrias, de
esas que consiguen hacer de todo menos mantener a salvo la patria.
Miran, miran y miran, y acaban llegando a la conclusión de que a pesar
de los pesares, el mundo está lleno de gente buena, personas magníficas a las
que bastaría con dar un pequeño empujón para que pudieran evolucionar de forma
significativa.
El comité de sabios duda si pulsar la teclita para que ya
podamos ver la pirámide, si ya estamos preparados. Pero, desgraciadamente,
deciden echar un último vistazo, y no se les ocurre otra cosa que enfocar su
atención sobre Europa.
¡Ay!, ¡pena de
mis penas!, ahora pueden observar a Merkel, a Hollande y a Rajoy. Y lo que es
peor, un listillo tocahuevos del comité señala con su dedito verde y largo,
cual espárrago triguero, hacia la plaza de Cibeles, “¡Mirad, mirad eso! – dice refiriéndose
a la alcaldesa madrileña-
La hemos cagado, la piramidita de los cojones permanecerá apagada
una temporada más. Un planeta lleno de personas potencialmente valiosas que
elige dirigentes así no está preparado para contactar con fuerzas
extraterrestres. “Por no hablar de lo de Europa –insiste el porculero del
dedito triguero- . “Qué sí, que ya sabemos lo de Eurooooopa – le replica otro miembro
del comité mucho más cauteloso-“ “Es que lo de la alcaldesa… madre mía, estos
siguen atrapados en la edad media…y bla bla bla – replica otra vez, y sin que
nadie se lo haya pedido, el dedomierda este-“
En fin, otra vez será. La mayoría nos vamos a quedar con ganas de ver
la dichosa pirámide, al menos por el momento. Quizá sea verdad que algunos,
pocos, muy pocos, ya pueden verla, aún desde la tierra, sin necesidad de viajar
a la Luna. Pero la mayoría de nosotros tendremos que seguir esperando,
caminando a la espera de que hayamos acertado al elegir la dirección.
P.D_ El del dedito, no sé cómo, ha tenido acceso a este blog
y ha leído este artículo. La NASA informa de que ha detectado unas fuertes vibraciones
procedentes del espacio exterior. Al parecer, cuando intentan traducir esas
ondas en sus equipos de audio solo consiguen escuchar una enorme y profunda
carcajada.
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