Cuando, a
propósito de la festividad del pasado 6 de diciembre, oigo a Rajoy y a su alma
gemela, Rubalcaba, hablar de una posible modificación de la constitución, me pongo
a temblar.
Dejar en
manos de estos tipos y sus congéneres la remodelación de la carta magna, sería
tan inteligente como colocar a un inepto o a un malnacido en un sillón
ministerial…ah, perdón, que ya se ha hecho… ¡y trece veces en esta legislatura!
Como
siempre, los jefes de pista de este lamentable circo tratan de llevar la
atención hacia una cuestión insustancial, que ellos enarbolan cual bandera de
la salvación.
Por lo
visto, según las instrucciones de nuestros maestros de ceremonias y de sus
fieles payasos, antes conocidos como periodistas, el amable público ha de
decantarse por una de las dos opciones: Remodelación Sí, Remodelación No.
Francamente,
señores del circo, me la bufan las dos opciones hasta que no me expliquen qué
es lo que quieren cambiar, para qué pretenden hacerlo y, sobre todo, qué es lo
que quieren colocar en su lugar.
La
constitución perdió su importancia gracias, precisamente, a esos que ahora pretenden
cambiarla. De nada sirve un texto “sagrado” que no se respeta, por muy encuadernado
que esté en papel de alta calidad y lomos dorados.
Ustedes,
señores del PSOE y del PP, han convertido en papel higiénico la base sobre la
que se construye un estado de bienestar, que es la única forma de estado que a
mí me interesa.
¿De qué
sirve imprimir una nueva constitución que añada beneficios para la ciudadanía y
para el correcto desarrollo del entendimiento entre sus ciudadanos, si ustedes
ya se están pasando el actual texto por el forro de los cojones?, ¿o acaso no
cita la actual constitución que todos somos iguales ante la ley?, a lo mejor
esto se lo podemos preguntar a la Casa Real, garante de la conservación y el
cumplimiento de la constitución española.
¿Quizás no
está escrito que todo ciudadano tiene derecho a un trabajo digno? En este caso
no se respeta ni el derecho al trabajo ni mucho menos la dignidad del mismo.
¿No dice el
sagrado libro algo referente al derecho a la vivienda?, A los de la plataforma
antidesahucios este artículo les alucina.
¿Y alude a la libertad de expresión?, creo que sí, ¿verdad señor
Fernández?
Lo triste de
todo esto es que podríamos repasar el texto constitucional artículo por
artículo para acabar dudando si lo que estamos leyendo es una agrupación
consensuada de normas o un libro que podría firmar Isaac Asimov. No se está
cumpliendo.
El problema
no es la redacción actual, que dicho sea de paso, necesita un buen cambio de
look ahora que ya no tenemos tanto miedo al cabreo de los de siempre. El
problema, señores míos, son ustedes. No
por incapaces, que lo son en muchos casos, si no porque ustedes no quieren que
cambie nada. No tienen el valor, las miras y el talento necesario para llevar a
buen puerto proyecto alguno. Les asusta perder el status que han conseguido a
fuerza de mantener el músculo de sus mentiras a base de entrenamiento de
oratoria. Se han especializado en el dudoso arte de hablar durante horas sin
decir nada, porque en realidad no tienen nada que decir, salvo tengo miedo.
Las canillas
les tiemblan cuando alguien propone un cambio, por ligero que este sea, que
pueda suponer un peligro para el “normal” discurrir de sus privilegios. Por eso
quieren cambiar la carta actual, para blindar su posición.
Por lo
menos, ya puestos, sean sinceros y propongan la redacción de dos
constituciones. Una para ustedes, concebida desde las entrañas del más rancio
de los caciques, y otra para el pueblo, llena de migajas y luces de circo.
Qué lástima
no poder cerrar este artículo al son de la esplendida banda sonora de Ocho y
medio.
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