Como cada año, se ha celebrado en Guarromán, provincia de
Jaén, la ceremonia de entrega de los premios más prestigiosos del mundo de los malvados.
Desgraciadamente, este año el presidente de los EEUU no ha
podido hacerse cargo de la presentación del evento al estar demasiado liado con sus labores en el
gobierno, y ha tenido que ser sustituido por la momia de Franco. Grave error,
por cierto, ya que además de no animar nada la Gala, desprendía un olor difícilmente
soportable, y no precisamente a Santidad, como trataba de defender Monseñor
Rouco (quien no se pierde un certamen desde hace años).
Todos los allí congregados coincidían en que, sin lugar a
dudas, esta edición era la más competitiva de todas, pues son muchos los que
han trabajado duramente a lo largo del año para hacerse merecedor de tan infame
trofeo. Especialmente locuaz se mostraba al respecto Arturo Fernández,
Presidente de la patronal madrileña y encargado de suministrar el catering del
evento (a un precio desorbitado que se pagará con parte de los fondos de
pensiones), cuando declaró: “Es verdad que yo no he cejado en mi lucha contra
los maleantes y vagos de los parados, pero comprendo que somos muchos los que
hemos estado jodiendo al personal, y
probablemente este premio nos lo mereceríamos todos un poco… como las
comisiones…je je je”.
La gala comenzó con un poco de retraso, debido a la
impuntualidad de los representantes de la casa Real, Iñaki y Cristina, quienes
no dudaron a la hora de excusarse por su tardanza con un más que comprensible “nosotros
llegamos cuando nos sale de los cojones… y punto”.
Tras unos minutos de entretenimiento a cargo de un número cómico,
que estaba concebido como un drama, interpretado en inglés por Ana Botella,
llegó el momento de la entrega de galardones.
El Malnacido de Bronce fue a parar a manos de Ana Mato, por
su inconmensurable labor a cargo del deterioro de la sanidad pública y del maltrato
del paciente. Como ella misma declaró al recoger el premio: “ No sería justo llevarse
está distinción sin recordar a algunos de los que más están trabajando para
acabar con el derecho a la sanidad, para destruir o cuanto menos deteriorar la
vida de todos aquellos que piensan que tienen derecho a ser atendidos por un
médico por el simple hecho de ser humanos, y que, para más inri (en ese momento
monseñor rompió en aplausos ante la muletilla eclesial, pues sabía que era un
guiño a su satánica santidad) no quieren desembolsar sus míseros ahorrillos. Es
por todo esto por lo que hoy tengo la obligación de recordar a Esperanza
Aguirre, Ignacio González o Florentino Pérez, entre esos muchos entusiastas de
este nuevo rumbo que entre todos estamos trazando”.
El estruendoso aplauso de la platea dio paso a la entrega de
El Malnacido de Plata. Como “artista”
invitado para otorgar el trofeo acudió el gran Francisco Marhuenda, quien nos
deleitó con un divertidísimo número circense en el que varios miembros del PP introducían
el brazo izquierdo por su retaguardia mientras Paquito no paraba de gemir de
placer al grito de “rojos malos, rojos malos..”.
Tras esto, y habiendo provocado el vómito de varios
asistentes, entregó el galardón a Ruiz Gallardón. El ministro de injusticia exhibió
labia durante treinta minutos y se fue
envalentonando con los vítores del público hasta concluir diciendo: “Yo soy
quien decide donde empieza la vida y quien tiene derecho a jugar con ella. Si
tu hijo viene con defectos algo habrás hecho, te jodes, y de las ayudas ya te
puedes ir despidiendo. Te tienes que redimir por tus pecados, así que mejor que
empieces cuanto antes. No te preocupes, yo te ayudaré a sufrir”.
Indescriptible es la palabra que mejor se ajusta para
definir la sonora ovación que recibió Don Alberto. Incluso hubo quien no supo
enfrentarse a la emoción y acabo rodando por los suelos víctima de un desmayo. Entre ellos, como no, Monseñor Rouco.
Y finalmente llegó el gran momento. Mientras el tamaño de
las uñas de los nominados decrecía a ritmo vertiginoso, Jose Manuel De Prada
subió al escenario al mismo ritmo y en el mismo tono que utiliza para hablar,
es decir, insoportablemente pedante. A pesar de los nervios, justo es decir que
consiguió dormir a parte de los invitados con un discurso que sólo a él parecía
hacerle disfrutar. Diez minutos estuvo masturbándose en público con su
retórica, hasta que por fin… consiguió eyacular. El premio, esta vez ex-aequo, fue a parar a las manos de Mariano Rajoy y
Alfredo Pérez Rubalcaba.
Embargados de emoción, ambos “lideres”
subieron juntos de la mano, como no podía ser de otra forma, para recibir el
aplauso exagerado de los allí presentes. Las lágrimas no paraban de fluir de
sus engañosos ojillos, ahogando con ello sus intentos por hablar. Tan bonito
era el ambiente, que en un ataque de espontaneidad el público comenzó a gritar “que
se besen, que se besen”, a lo que no pudieron negarse ambos premiados. Un largo
morreo con lengua y babilla colgante, y algo de magreo aprovechando el momento,
sirvió para dar paso a los discursos de los premiados:
“Mi querido Alfredo, tu y yo somos uno, y lo
sabes. Si importante es mi labor sacando lo peor de la España profunda a la
superficie y dando coba a los que entienden la vida como una lucha en la que
mejor cargarse lo antes posible a todo aquel que no piense como tú, no menos
importante es la labor que estás desempeñando tú, confundiendo y aniquilando lo
poco de socialismo que quedaba en tu partido”
“Gracias Mariano, sé que tus palabras son tan
sinceras como esa boca que acabo de probar. Es ardua la tarea que tenemos por
delante, pero ya hemos comenzado el camino para que aquellos que tenemos
derecho natural para vivir bien, lo hagamos de una vez por todas sin que nos molesten
todos esos descamisados que creen ser como nosotros. Quiero aprovechar el
momento para felicitar también a todos aquellos miembros de UGT y CCOO que
trabajan por nuestra causa y que tan bien lo están haciendo últimamente. Y si me
lo permiten, también quiero destacar la provechosa labor que nuestra querida
amiga y compañera Rosa Díez está haciendo con su partido. Ánimo a todos y
suerte para el próximo año, yo sé que todos ustedes se merecen también este
premio”.
El fin de ceremonia estuvo a cargo de varios
directivos de Telemadrid, que realizaron una maravillosa representación a la que titularon “los tragasables”. En esta,
ellos eran los tragasables, y lo sables fueron sustituidos por lo que varios
miembros del gobierno de la Comunidad de Madrid escondían tras sus cremalleras.
Algo digno de ver, oiga.
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