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miércoles, 31 de julio de 2013

El ojo andaluz





Se cumplen treinta años de la desaparición del mayor genio de la historia del cine, y conociendo lo que a este hombre le gustaban las alabanzas y celebraciones sobre su persona, he de comenzar pidiéndole perdón. Lo siento Don Luis, pero no he podido resistirme. Yo también disfruto dejándome caer en la tentación.



La primera vez que vi un film de Buñuel fue en el instituto. Andaba yo en esa difícil edad en la que uno busca cosas con las que definirse, cuando el cine comenzó a insinuárseme. Con lo fácil que siempre he sido, estaba claro que acabaría por conquistarme. Y así fue. Pero el mundo crudo y terriblemente humano del aragonés llegó un tiempo después. Una tarde, un extraño profesor de comunicación del que guardo grato recuerdo, tuvo la osadía de exhibir ante nuestras narices la ópera prima que Buñuel filmó junto a, su por entonces amigo, Salvador Dalí. Ahora puedo decirlo con entera libertad: aquella película me repugno exageradamente. Salí de aquella clase echando pestes sobre ese pedazo de mierda sin sentido que querían hacerme pasar por arte.



Pobrecillo, aquel jovencito acababa de caer en la garras de Don Luis. Tan espantosa me pareció aquella obra que no tuve más remedio que volver a verla, y entonces… pasó lo que tenía que pasar, me enamoré del cine… de ese otro cine.



Desde entonces busqué sus películas por donde pude, leí todo lo que caía en mis manos que mencionara la palabra Buñuel, y acabé por descubrir la visión de un genio. Un prodigio de su tiempo, capaz de diseccionar al hombre como pocos antes habían podido hacerlo.



Con el paso de los años me he ido alejando de algunas de las ideas de este autor, al tiempo que me acercaba a otras. Me costó tiempo comprender que, por más que me fascinaran muchos de sus planteamientos, yo no era Buñuel. Él es Él, y yo soy Yo, y quizás ahora que lo tengo claro es cuando más lo admiro. 



El ojo rasgado de “un perro andaluz” es una invitación a traspasar aquello que permanece oculto. Aquello que los convencionalismos sociales, las costumbres, los hábitos, la censura y autocensura, los poderes, las religiones… etc,  tratan de mantener tapado para que uno no acabe descubriendo lo que es… para bien y para mal.



La mayoría de los españoles, por desgracia, no conocen la obra de este cineasta. Y es una pena, dice mucho de nuestra educación. Sería hermoso un sistema educativo que diese el lugar que merece a los grandes de nuestra tierra, Buñuel, Machado, Lorca, Galdós, Dalí, Velazquez, Goya, Berlanga,… Pero se pasa, cuando se pasa, por ellos de puntillas. Analizando, en el mejor de los casos, su obra desde una perspectiva técnica. Ningún arte es arte sin contenido. Algo te tiene que sobrecoger, y ese algo es lo que hay que analizar, aunque el análisis acabe en conjeturas imposibles de demostrar, da igual, es el inicio para el despertar del pensamiento.



Yo quiero un país de mentes pensantes, de gente responsable y sobre todo de personas libres. Porque, y en esto sí me he distanciado del genio aragonés, yo confío en la verdadera naturaleza del ser humano.


Decía el rebelde de Don Luís: “es peligroso asomarse al interior”. Y razón no le falta, de hecho es muy peligroso. Sin embargo, hoy, yo me permito añadir: “Es peligroso asomarse al interior… pero necesario”.

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