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lunes, 2 de septiembre de 2013

R.I.P Dollar





En todo sistema organizativo ha de existir un patrón, una referencia que actúa como astro sol. A su alrededor gira todo el sistema. 

La humanidad orbita desde hace siglos alrededor de un  planeta que le condena a la acumulación de fracasos: el dinero.  Referenciar nuestro presente y futuro en la búsqueda del mejor y más justo sistema económico, partiendo de la idea de que sobre este girará todo lo demás, es el mayor error que comete el ser humano. No puede existir justicia en una sociedad que busca el patrón en la competitividad económica o el derecho a ganar todo el dinero posible.

Antes de que me acusen de comunista déjenme explicarme un poco más. No digo que sea pernicioso el hecho de ganar dinero, todo el que uno pueda o quiera, sino que lo dañino es fijar la ganancia económica como objetivo principal. 

El lenguaje es clarividente para demostrar esto. Si yo digo “Riqueza”, la primera imagen que aparecerá en su mente será algo relacionado con dinero.  Pero, y sus amigos ¿no son riqueza?, sus familiares, amantes, estudios, habilidades, deportes, conversaciones, familia … ¿no son riqueza?.

El capitalismo tiene sus pros y sus contras, el comunismo también y las dictaduras… bueno, las dictaduras son una mierda se miren por donde se miren. A lo que voy, en realidad no es necesario buscar un sistema económico justo, de hecho es inútil intentarlo, porque el problema radica en la referencia tomada para considerar si una sociedad es exitosa o no. Si cambiamos eso, y situamos el bien común como referencia individual, el sistema económico justo llegará por sí solo. 

Y un sistema económico justo es aquel que cubre las necesidades fundamentales de sus ciudadanos, dejando el resto a voluntad de cada cual. Si usted tiene un lugar donde vivir, un trabajo al que acudir, una escuela donde estudiar, un hospital donde ser atendido…etc, entonces será su decisión trabajar más para conseguir un coche más grande, una casa mejor o la PS4, pero la supervivencia social estará asegurada.

Y ¿Cómo se consigue esto?, muy “fácil”, cambiando  el pico de su pirámide de valores. Si para usted, que su vecino esté bien es una buena noticia, el camino ya estará empezado. Pero seamos sinceros. ¿Cuántos de ustedes han pensado al leer el párrafo anterior algo así como: “ Si, claro, yo trabajo y pago impuestos para que una panda de vagos vivan de mi”. Aquí está el problema. Ni siquiera nos planteamos si nosotros estamos bien o mal con estas reglas sociales, no, lo que nos preocupa es que pueda haber (y muy posiblemente así sea) algunas personas que se aprovechen del trabajo de los demás para subsistir.

Cargados con todo el peso de la cultura judeocristiana, observamos al ser humano como una especie fundamentalmente maliciosa. Nos han educado en esa creencia, hemos crecido aprendiendo defensa personal convencidos de que esto es una guerra, e imbuidos en esa creencia no nos conformamos con la posibilidad de estar bien si el de al lado está, o consideramos que está, mejor que nosotros.

Francamente, no comparto en absoluto esa idea heredada de la maldad humana, para mí el hombre (sin género) no es fundamentalmente malvado, sino absolutamente (excepciones aparte) inconsciente.

Una vez más voy a cometer el pecado del ajo, voy a repetirme. El cambio es posible, el ser humano está aún en pañales y puede hacer muchísimas más cosas de las que imagina. Pero si lo que usted quiere es que ese cambio comience ya a producirse, voy a darle hoy y aquí la llave que le permitirá abrir la primera puerta (hay muchas más, ¿o creía que iba a ser tan fácil?) de este apasionante camino: “Comience a cambiar SU vida HOY mismo”.

Si lo hace, de verdad, sin fingimientos, observe a su alrededor dentro de un tiempo. No lo va a creer. Dese un mes de plazo, tan solo eso. Salude a todos amablemente. Préstese para ayudar a quien pueda. Toque más a la gente. Converse. Apague la tele más a menudo. Intente ponerse en el lugar del otro cada vez le entren ganas de juzgar a alguien.

No se apure, es difícil al principio porque no tiene el hábito, pero puede hacerlo. Claro que puede, está dentro de usted, pero lo ha olvidado.

Tampoco nos confundamos, todo esto no implica caer en el “buenismo”. Si alguien le responde con hostilidad no tiene por qué sonreírle, pero intente que no le afecte. Si le responde al mismo nivel, cada uno de ustedes se llevarán puesta una buena dosis de mala leche. Si no lo hace y simplemente pasa, la basura se la llevará él solito.

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